La actividad humana requiere de forma inevitable el uso de agua, lo que provoca que su calidad se degrade. 
Las aguas degradadas son conocidas como aguas residuales y es necesario darles un tratamiento tras su uso para disminuir su carga contaminante. Con esto se restituye, al menos en parte, la calidad inicial antes de devolverla a los ciclos naturales, minimizando el impacto ambiental de las actividades humanas.
Los tratamientos de aguas residuales suponen un ejemplo perfecto de cómo la utilización de la ingeniería y la innovación en la aplicación sobre sistemas biológicos, permiten dar una respuesta a los problemas ambientales más acuciantes, favoreciendo el desarrollo sostenible de las comunidades y minimizando su impacto ambiental.

Las fosas sépticas tienen el fin de recoger las aguas residuales y hacer un tratamiento con ellas, los elementos sólidos quedan depositados en el fondo de la fosa séptica y los elementos líquidos son los que deben ser expulsados mediante un drenaje adecuado en el caso que no haya una conexión a la red directa, la fosa debe tener un punto de ventilación que debemos instalarlo a una altura superior a la del ser humano en caso de hacerlo en un terreno, y en caso de ser en entorno urbano por encima del tejado.